El periodista Daniel Arasa acaba de publicar “Jesús en guerra” (1936-1939), un libro en el que describe los efectos de la Guerra Civil y el régimen franquista en este pequeña localidad al borde Tortosa. Arasa -nacido precisamente en este municipio en 1944- es especialista en este tema con otras obras como “La batalla del Ebro” y “El Ebro en llamas”. También otros como “Los españoles de Stalin”.
La obra -de más de 700 páginas y 35 euros de PVP- describe lo que pasó a una familia del pueblo: al padre de la mujer, Rosita, lo asesinaron los anarquistas y calcinaron su cuerpo. Había escondido objetos religiosos para que no los destruyeran. Al padre del marido, José, lo fusilaron después los nacionales por supuesta denuncia de una persona, a la que aquellos asesinaron y haber convertido una iglesia en fábrica de jabón.
La obra es una exhaustiva investigación sobre lo ocurrido en el pueblo que en aquel momento tenía poco más de 2.500 habitantes. En palabras del autor: “Es un ejemplo especialmente claro de los hechos sucedidos en toda España, sobre todo en los territorios que primero fueron del bando republicano y llegaron después los nacionales: soportar los desastres generales de la guerra más las aberraciones y represiones de unos y otros”. Además, quedó durante mucho tiempo en la misma línea del frente.
Los efectos del conflicto empiezan por el mismo nombre de Jesús. Es conocido que en el territorio republicano eliminaron los topónimos religiosos con el objetivo de erradicar la religión, pero a Jesús no pasó una vez, sino dos.
Los de la CNT-FAI, imperantes en la etapa primera de la guerra, quisieron glorificar a su dirigente Joaquín Ascaso, muerto el 19 de julio en los combates de las Atarazanas de Barcelona, echaron el nombre de Jesús e impusieron el de Ascaso de Ebro (o Ascaso de Ebro). Pero con los sucesos de mayo de 1937 y la derrota y marginación de los anarquistas, la Generalitat cambió el topónimo libertario por el de Molins d'Ebre. Con la llegada de los nacionales recuperaba el nombre de siempre.
Se da la circunstancia de que Jesús era un pueblo con concentración de religiosos: un convento y dos Noviciados femeninos, así como la sede del Seminario Menor de la diócesis de Tortosa, además de la parroquia. Allí los asesinatos de sacerdotes fueron particularmente elevados. A las monjas no las mataron -aunque hay dudas sobre tres desaparecidas- ni someter a persecución tan cruel, pero los dos centenares de religiosas que estaban los noviciados, convento y hospital fueron exclaustradas y expulsadas.
Cuando durante nueve meses el río Ebro se convirtió en frente de guerra, el pueblo quedó en primera línea, obligando a las autoridades a la evacuación de todos los habitantes, que se tuvieron que refugiarse y vivir como podían para casetas de campo de zonas de secano o de montaña.
Con el triunfo de Franco le “liberar” tropas fascistas italianas del Corpo Truppe Volontarie. Si durante gran parte de la guerra la represión fue la de los republicanos, cuando llegan los franquistas las tornas cambian y se pone en marcha una maquinaria bien organizada de caza y represión de los anteriores.
Fue pertinaz e implacable. Más de 80 personas fueron sometidas a consejos de guerra y se fusiló a más gente de la que habían asesinado los demás, excepto sacerdotes. Esto teniendo en cuenta que gran parte de los principales responsables de asesinatos, extorsiones y detenciones se habían exiliado a Francia y algunos habían muerto durante la guerra.
En el libro se dan de manera muy detallada todos los consejos de guerra, con las denuncias, interrogatorios, instrucción de los procedimientos sumarísimos, celebración de los consejos de guerra, sentencias y aplicación de estas, ya fuera ante piquetes de ejecución, prisiones o libertad, e indultos.
Al margen de los juicios sumarísimos hubo otras manifestaciones represivas. Así, a varias mujeres se les cortaron el cabello al cero y las obligaban a ver aceite de ricino. Una “reventó” y murió.
“Este libro explica Arasa- es el resultado de años de investigación sobre los hechos producidos a un pueblo concreto. Casi todo en base a documentos de archivos, pero no faltan tampoco testimonios personales”.