Valentí Puig (Palma de Mallorca, 1949) tiene el hábito de llevar escribiendo un dietario “desde finales de los años sesenta”z y, de vez en cuando, da a conocer algunos extractos. Por este procedimiento ha publicado “Porta incògnita” (1970-1984)” o “Dones que dormen (1986-1990) amén de otros ensayos como “Cien días del milenio" y “Fatiga o descuido de España” (2015).
Ahora acaba de publicar, antes del verano para ser más precisos, “Dioses de época (1993-2006)”, probablemente su mejor dietario en mi opinión. Entre otras razones porque abarca un período trepidante, el -el final del felipismo, el apogeo del pujolismo, la victoria de Aznar- en la que los recuerdos están más frescos.
Personalmente narra su aterrizaje en Barcelona tras ejercer la corresponsalía de ABC en Londres y hace algunas afirmaciones que ahora sorprenderían: “Pujol reconocía que desde 1714 Cataluña no había tenido tanto poder para sí misma”.
Pero Valentí Puig, en la Cataluña actual, comete dos pecados imperdonables: ser conservador -nunca lo ha ocultado- y ser tarradellista, es decir, no independentista. De hecho, en el libro intuye por donde irán los tiros y denuncia la “ingeniería nacionalista” que, por ejemplo, se aplica a Josep Pla, autor al que conoció. Aunque también reconoce que “la derecha de toda la vida me aburre y me exaspera a parte iguales” lo que, sin duda, confirma su independencia profesional, política e ideológica.
Además, no todo es política, a la muerte de Joan Perucho (1920-2003) advierte que “el mecanismo necrófilo de la cultura catalana es implacable y por eso se va quedando sin lectores”. Tampoco escapan a su perspicacia, el periodismo, la historiografía catalana, la política internacional o la vida en general./Xavier Rius